El
calidosos Flaco del Tango y sus compañeras y cumpas del Taller
Autor: Sr. Jorge Gullco
Noviembre de 2011
Cuando Adriana planteó en
nuestro TALLER MEMORIA CON YAPA la posibilidad de compartir una reunión con
grupos de gimnasia mental que se desarrollan en otros centros institucionales
de la ciudad de
Buenos Aires para que
conociésemos en conjunto esa labor, lo primero que se me ocurrió fue transmitir
lo que podría ser una crónica viva de lo que hacemos habitualmente en el grupo.
Imagino que los otros talleres
bocetarán cosas parecidas.
Por qué me detengo en este
esquema? . Las acciones que acostumbramos hacer surgen en función de los
"disparadores" o programas encarados por la Coordinación o de las
iniciativas que surgen espontáneamente en
el grupo con motivo de cuestiones circunstanciales de interés público
o acontecimientos del orden local o internacional que pueden hacer vibrarnos a
unos y otros. Estimo que estas experiencias adquieren una riqueza conceptual,
emotiva y didáctica de indudable valor para quienes
protagonizamos las sesiones. Porque siempre, siempre, generan situaciones
gratificantes. Ya sea por el tema que se está tratando o por los personajes que
intervienen. Esta es la estructura sobre la que se apoya nuestra
instalación de hoy.
TANGO
e INDICIOS son factores asiduos en el grupo. No son los únicos,
claro está.
Deparan
intercambios jugosos, divertidos, instructivos. Y hasta sorprendentes. Es
que contamos con Ricardo, el calidoso Flaco del Tango,
un personaje impar. Mágicamente, hablando
de tango el intercambio con él genera emotivos espacios de rememoración de
hechos,
situaciones, lugares de la ciudad, cosas que prácticamente todos
hemos vivido tanto
por experiencias propias como que hemos absorbido en el curso de nuestras existencias
por la dinámica historia cultural porteña.
Porque
además de la freática - por lo vital y refrescante- memoria de este tipo
singular, el estilo con que expresa sus ideas y recuerdos constituye un
riquísimo aporte de calidad humana. Exagerando un poco diría que torna multicolor
la imagen de este grupito de veteranas y veteranos muchas veces agrisados
por circunstancias
individuales.
Y la paleta o pinceles de esta obra es armonizada por la Coordinación
que desarrolla y le da envión a estos emergentes y optimiza el conjunto dotándolo de mayor sentido,
incrementa la calidad de las emociones, de
las sensaciones percibidas y de los conocimientos que se aprenden y aprehenden.
En
síntesis, el Universo Tango con el que convivimos los rioplatenses es un
fecundo
disparador
en nuestro taller de gimnasia mental y nos regala, como en este caso, la oportunidad
de conocer bastante a un genuino representante del ejercicio de memoración que
nos brinda simultáneamente su bonhomía y calidez. Esta sana influencia es
a no dudarlo realmente destacable.
Ocurre
que la mención y y repaso de obras tangueras y de sus responsables lleva
gravitatoriamente
a meterse entre los meandros de períodos históricos y lugares. Da para discurrir sobre el lenguaje que hablábamos y
hablamos, acerca de modas, ritmos dancísticos, publicidad, manera de
comunicar noticias, radio, tv, etc.
Y
esta experiencia referida a un tema y a un personaje podríamos tomarlo como
ejemplo o módulo
de lo que puede estar sucediendo con otros grupos de dinámica mental, en los cuales los ingredientes pueden ser diferentes, pero
los resultados quizás son equivalentes.
Esta
instalación o mostración que estamos presentando puede articularse de variadas
maneras.
Quizás con un juego de Indicios para detectar características de obras
determinadas.
O
armando el Juego de "Pregúntenle a Ricardo" en un
hipotético "Club de los Memoriosos del Tango" suponiendo que encontremos
al estimado amigo en algún momento propicio y respondiendo espontáneamente lo que se le
ocurra y según se le interrogue.
Ilustrando
con apoyo sonoro la pieza de la que se hable. Y bailando Ricardo, claro.
Permítanme repetirme. RICARDO EL FLACO
DEL TANGO. Realmente un caso curioso de capacidad memorística,
con gran don de gentes, un dechado de amabilidad y genuino aprendiz de
cosas a cada momento.
Ricardo es un porteño setentón/ochentón, alto,
delgado, con una constante gorra cubriendo su pelada, imagino,
porque nunca se la ví. No lo concibo sin su tocado.
Me identifiqué con él desde el principio de nuestro
conocimiento hace un par de años,
porque el hombre es de Villa Urquiza, mi barrio
natal, y solemos coincidir en recuerdos sobre potreros, callecitas,
veredas, barriletes, patios y demás aventuras que también Borges supo describir.
Como ese poema dedicado a Villa Urquiza cuyo
original manuscrito en los años ´20 con esa su letrita paqueta y
ordenada se conserva en mis archivos familiares, resultado de inspiradas publicaciones
cuasi artesanales de entonces.
Ricardo es un tipo que ha mamao tango desde
siempre.
Según nos comenta toda la vida se ha dedicado,
además, a la milonga, pero a la milonga auténtica, no a las que se experimentan en clubes
presumidos, lunaparkes y otras desnaturalizaciones turísticas.
Es un flaco calidoso, desde su expresión
facial hasta su verba, dulce, amistosa, para nada engreída ni
agresiva. Se hace querer por todos y lo admiramos con ganas. Resulta
que amén de sus cualidades
personales, el amigo conoce de tango y todo lo que eso implica: un universo de
saberes, que resultan normalmente alejados del común de los porteños veteranos aunque muchos pretendan considerarse juanmondiola o
equivalentes.
Es cuestión de mencionar o canturrear un tango, o
una canción, o una milonga para que se iluminen sus ojos como si
hubiese hecho click de computadora para oirle expresar: por ejemplo, ésa es una
versión de Fulano, de 1938, con la orquesta de Merengano, el cantor es Perengano, pero hubo
otra con la orquesta de Refulano del año 42, con las voces de Truco y Envido.... Y así por el
estilo. Y muchas veces, nuestra oportuna psicóloga coordinadora se acopla a esa movida,
le hace plick a su cajita mágica computadora digital y nos sorprende gratamente dejando
escuchar las notas y voces mencionadas.
Así es. Si hablamos de milonga, El Flaco las
conoce todas y las bailó todas incontables
veces en clubes barriales y piringundines de la más
variada estofa. Tiene facha espigada, elegante, y siempre aparece bien afeitado y vestido
y hasta con los zapatos lustrados
y brillantes, imagino,
porque siempre nos miramos a los ojos, frente a frente, chamigo ....
Ricardo ha ejercido variadas actividades desde su
niñez humilde. Entre otras, fue camionero, taxista, y creo que
colectivero también -como lo fue el Polaco Goyeneche- y ha recorrido tanto todo el país argentino
como la capital porteña. Preguntale, por ahi por dònde está Ombú, la casi única calle
circular de Buenos Aires, te mirará sonriendo, enarcando las cejas y dirá dulcemente, ahí en
el barrio de las embajadas en Palermo, y hay otra, de eje circular incompleto La Haya, en un
recodo chiquito de Parque Chas....
El Flaco es como para que le disparen preguntas en
torno de vocalistas, directores e
instrumentistas de orquestas típicas, compositores
auténticos o aquellos que se afanaron obras no registradas. O sobre boliches, denominaciones
arrabaleras o lo que se te cante; generalmente te responderá acertadamente, y si no
lo sabe lo dirá con un querible "no lo sé"... Siempre está aprendiendo
nuestro Flaco del Tango...
- - - - -
Hay otros personajes en el grupo, citemos a Clara,
que es una especie de clon de Ricardo en versión femenina, pero
de otra formación cultural, con muy estudiados conceptos, y a quien su gusto por
las temáticas tanguísticas se extiende, asimismo, a su pasión
por esa danza.
Y están Antonio, porteñísimo siciliano que debe ser
uno de los más apasionados
escuchadores históricos de El Zorzal del
Abasto, que desde los tiempos de la radio a
galena, las radios capilla, y los incipientes
transistores sigue poniéndole oreja a las emisoras que cultivan el recuerdo
de El Morocho. Y quien nos alcanza reciencito sus sentidas pero elaboradas definiciones:
"Yo pienso que el tango es la música popular que permite expresar en forma armónica y
sensual lo que uno siente o sintió por acontecimientos que presenció o compartió en su vida
cotidiana".
Y mencionemos a Raúl, talentoso violinista de
agrupaciones sinfónicas y orquestas típicas afamadas de todos los
tiempos, quien suele departir apasionadamente con unos y otras mientras escarba detalles
de su abundante anécdotario.
Incluyamos a Sara, exquisita coreuta con declarada
vocación por la música antigua y por toda experimentación sonora de genuina
sensibilidad, desde los madrigales románticos, los cantos gregorianos y
las expresiones creativas electroacústicas de los compositores contemporáneos.
Digo la delicada Sarita que muchas veces nos sorprende tarareando Mano a Mano o trayendo
underrepente algún verso milonguero de los tiempos de Niní Marshall.
Pero bueno, vecinas, vecinos, esas son otras
historias. Las de Hilda, de Juan, de Jorge, de Mercedes uno y
Mercedes dos, de Elena, de Enrique, en fin....
Propias de los hijos y moradores de nuestra multifacética
ciudad.
Experiencias de vida que también nos transmiten
María Celia, Rubén, Raquel, Margarita, Elizabeth, Antonia, Aldo, María
Esther...
Estas estimadas hebras individuales entretejen un
ñanduty existencial particularmente atractivo que visualizamos en
jardines, pasillos y salones del taller, mientras nos acompañan
silenciosa, indiferentemente, los robustos gatos del Ameghino , la gran
higuera, los canteros revitalizados por "las chicas
jardineras"...
Historias que con sus más y sus menos nos tocan a
todos los porteños
y porteñas.
Nos autocalificamos como Taller de Memoria con
Yapa....Por eso: Chan ... chán!